El avión aterriza en el aeropuerto de Sevilla. La
policía detiene al tipo alto y gordo que subió en Fez. Le dice que es muy
temprano para haber ido y vuelto dos veces seguidas a Marruecos en ese día. No
quiero ni pensar lo que lleva en la mochila.
Por nuestra parte damos por concluida nuestra
aventura en Fez. Hay tantas cosas que nos faltan por ver y otras tantas que
queremos repetir que prometemos volver en el futuro. Sí, finalmente puedo decir
que este viaje ha valido la pena.
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Al subir al avión notamos que hay un pequeño
retraso. Escucho a una de las azafatas decir que falta por embarcar un
pasajero. A los cinco minutos entra un tipo alto y gordo vestido de negro, con
una mochila al hombro. No le doy mucha más importancia.
El avión despega. Jara y yo compartimos auriculares
y vamos escuchando la misma música. Cuando suena la canción There is a lightthat never goes out de The Smiths empiezo a pensar en accidentes. Las vistas a
través de la ventana siguen siendo bonitas.
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Llegamos al aeropuerto con antelación. Al pasar la
maleta de Jara por los escáneres, éstos pitan. Se ha llevado de recuerdo una
botella de cerveza artesanal de Fez del British Square Garden. Le explica al
guarda del control que colecciona botellas de cerveza (hablando un inglés casi
inventado y gesticulando mucho) y le dicen que puede llevársela sin problemas. Nada de cachearle ni olerle las manos. Mujer afortunada.
Antes de embarcar tomamos la primera cerveza del día y comprobamos que tenemos encima el pasaporte. Adiós, Fez. Cómo te echaremos de
menos.
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Recorremos por última vez las calles de la medina.
Sabemos que el viaje llega a su fin y queremos despedirnos de su aroma. Justo al llegar al hotel
recibimos un mensaje de la aerolínea: el vuelo se ha adelantado una hora. Hemos hablado con el dueño del riad para que busque un taxi que nos lleve
temprano al aeropuerto.
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Después de la siesta nos vamos a un pub que está
justo al lado de la medina llamado British Square Garden. No hay muchos lugares
para beber alcohol en Marruecos, pero este en concreto tiene una “hora feliz”
que abarca desde las seis de la tarde hasta las once de la noche. Pedimos cerveza local y palomitas. Pese a que intentan ligar con Jara en un par de ocasiones,
este viaje ha servido para unirnos más. Bebemos y reímos felices hasta que
llega la hora.
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Cierto día que yo no tenía clases, Jara llegó a casa
entusiasmada porque había visto una oferta increíble en Instagram. Por el
módico precio de 153 euros, podíamos pasar dos días y dos noches en Fez,
alojamiento y vuelo incluido. ¿Se puede dejar escapar una oferta así? Mi
respuesta fue algo así como “vale”. Creo que los dos queríamos ir pero
esperábamos que el otro dijese que no para no hacerlo. El caso es que pagamos
la reserva y cogí cita para sacarme el pasaporte. Una parte de mi tenía miedo
de ser secuestrado en un país extranjero.
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Nos vamos directamente al restaurante Chez Hakim.
Hambrientos y desvalidos arrasamos con la cocina pidiendo media carta. El
camarero me pregunta por mis rasgos árabes y le contesto que nací allí pero que
llevo años viviendo en Sevilla. Asiente con la cabeza y nos trae sus deliciosos platos, un festín digno de cualquier sultán. Me alegro de haber venido a este viaje.
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