Llegamos al aeropuerto con antelación. Al pasar la
maleta de Jara por los escáneres, éstos pitan. Se ha llevado de recuerdo una
botella de cerveza artesanal de Fez del British Square Garden. Le explica al
guarda del control que colecciona botellas de cerveza (hablando un inglés casi
inventado y gesticulando mucho) y le dicen que puede llevársela sin problemas. Nada de cachearle ni olerle las manos. Mujer afortunada.
Antes de embarcar tomamos la primera cerveza del día y comprobamos que tenemos encima el pasaporte. Adiós, Fez. Cómo te echaremos de
menos.
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